martes, 20 de abril de 2021

Papeles póstumos de un profesor de COU (8): TE QUIERO, de Luis Cernuda, y el influjo de Paul Éluard. Comentario.

 

El profesor de COU, comparatista amateur, descubrió por su cuenta el vínculo entre un poema de Cernuda y otro de Éluard (luego ha visto que Derek Harris ya lo había señalado en un lejano artículo), y le complacía comunicar sus pequeños hallazgos en clase. Así que, cuando explicaba a Cernuda, uno de los poemas que comentaba era “Te quiero” (de Los placeres prohibidos), y lo ponía en relación con el poema francés, un poco anterior. Copiemos, pues, ambos poemas, y repesquemos el antiguo comentario (de mediados de los años 80).


Te quiero.

Te lo he dicho con el viento,
jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso;

Te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas,
leves criaturas transparentes
que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,
te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta:
más allá de la vida,
quiero decírtelo con la muerte;
más allá del amor,
quiero decírtelo con el olvido.

(Luis Cernuda: Los placeres prohibidos, 1931)


Je te l'ai dit pour les nuages
Je te l'ai dit pour l'arbre de la mer
Pour chaque vague pour les oiseaux dans les feuilles
Pour les cailloux du bruit
Pour les mains familières
Pour l'oeil qui devient visage ou paysage

Et le sommeil lui rend le ciel de sa couleur
Pour toute la nuit bue
Pour la grille des routes
Pour la fenêtre ouverte pour un front découvert
Je te l'ai dit pour tes pensées pour tes paroles
Toute caresse toute confiance se survivent.


(
Paul Éluard: L'amour, la poésie, 1929)


Te lo dije por las nubes
Te lo dije por el árbol del mar
Por cada ola por los pájaros en las hojas
Por las piedras del ruido
Por las manos familiares
Por el ojo que se torna rostro o paisaje
Y el sueño le vuelve de su color
el cielo
Por toda la noche bebida
Por la reja de las carreteras
Por la ventana abierta por una frente descubierta
Te lo dije por tus pensamientos por tus palabras
Toda caricia toda confianza se sobreviven.

(traducción de Jorge Urrutia)


Un cotejo no excesivamente detallado del texto de Cernuda y el de Éluard nos muestra una inequívoca vinculación, que habría que entender como influjo del poeta francés en el español. No debemos olvidar que Cernuda pasa el curso de 1928-29 como lector de español en Toulouse y que, por consiguiente, debió estar muy al tanto de la poesía francesa del momento (años de eclosión del surréalisme). En 1929 se publica L´amour la poésie, de Paul Eluard, poemario que ya desde el título influye en el libro que Cernuda escribe ese mismo año: Un río, un amor.


Repasemos, pues, esa vinculación que hemos señalado:


Lo primero que llama la atención es la semejanza de elementos formales: la anáfora je te l´ai dit (3 veces) en el escritor francés, se hará más numerosa en Cernuda (7 veces) Te lo he dicho, pero siendo un traducción tal cual. Otro elemento formal semejante es la preposición que sirve de enlace entre esta frase anafórica y sus complementos, pour en Eluard (13 veces), con en Cernuda (9 veces).


Si atendemos a problemas de contenido, nos daremos cuenta de que la idea central de ambos poemas es muy semejante: el sentimiento amoroso es hablado por todos los elementos que rodean a los amantes, incluso las cosas más aparentemente alejadas de ellos (las piedras del ruido, las rejas de la carretera, el agua, las plantas, etc.). Una sensación de que el amor lo invade todo es la que nos asalta al leer ambos poemas.


Hasta aquí las similitudes. Ahora pasaremos a comentar el poema cernudiano e iremos señalando las desemejanzas con el de Éluard al paso.


El poema lo podemos dividir en 3 apartados, que corresponden a los siguientes fragmentos:


A – verso 1: declaración de amor (Te quiero)


B – versos 2-18: ilustración de esa declaración (decir) en numerosos objetos. Podríamos detectar 2 partes en B, en función de la índole de estos objetos (de la naturaleza / emociones o actividades humanas) y también de ciertos factores rítmicos que luego señalaremos.


B1 – 2-15: elementos de la naturaleza

B2 – 16-18: emociones humanas


C – versos 19-23: intensificación hiperbólica de la declaración, más allá de B.


Pasemos al comentario por partes:


A) Poco que comentar, como no sea comparativamente con el poema francés. Se trata de la declaración Te quiero, que se va a repetir anafóricamente (en el sentido lingüístico, no retórico del término) no sólo en los 7 pronombres de Te lo he dicho, sino en los 2 de quiero decírtelo del apartado C. La declaración es, por lo tanto, la idea que gravita a lo largo de todo el poema, si bien de forma pronominal. Por otra parte, da título al poema.


Pero lo que quería comentar es que en el poema de Cernuda, al contrario que en el francés, se nos ofrece de entrada. En el poema de Éluard la declaración (Toute caresse toute confiance se survivent) nos aparece en el último verso. En terminología de la lingüística del texto, el poema español presentaría una estructura anafórica mientras que la del francés sería catafórica (estructura, por decirlo en términos cinematográficos, de suspense en vez de intriga).


Es este uno de los motivos por los que nos parece que el poema cernudiano es más generador de emoción: asistimos a un proceso de acumulación emocional que no se termina con el descubrimiento de lo desconocido como en el caso francés, sino que queda gravitando más y más al finalizar.


B) Este apartado se ocupa de la ilustración de la declaración primera, manifestada en múltiples elementos.


Estructuralmente se sigue el siguiente esquema en los 4 primeros versos:


Te lo he dicho con X + 2 versos de comentario metafórico a X


Hacia el final de este apartado, el esquema se rompe produciéndose una mayor concentración e intensificación de la materia expresiva,.


Esta variante X en B1 son 5 elementos de la naturaleza (el viento, el sol, las nubes, las plantas, el agua). El comentario metafórico de los 2 versos posteriores (un fenómeno de amplificación que en el poema francés no se daba más que una vez, versos 6-7) suele ser predicativo (1 y 2), atributivo (3, 4 y 5), y estas predicaciones o atribuciones suelen ser de tipo antitético (caso 1), analógico (2 y 3, analógicas, pero antitéticas entre sí: alegre / triste) o simple (4 y 5); pero lo que más llama la atención en todos los casos es la presencia continua de la personificación y animación de los elementos de la naturaleza (viento: jugueteando, iracundo ; sol: sonríe; nubes: frentes melancólicas, tristezas; plantas: criaturas, rubor; agua: vida). Hacia el final de B1, el caso del agua, hay una ligera variante: el comentario sólo ocupa un verso y se basa en la antítesis vida luminosafondo de sombra (muerte) y que resulta una anticipación de esta antítesis (vida- muerte) que reaparecerá al final del poema.


¿Cuál es el sentido de todas estas personificaciones? Parecería que este sentimiento humano (el amor) lo invade todo y humaniza a los diferentes elementos de la naturaleza.


Pero pasemos a B2, donde se produce un fenómeno de intensificación tanto rítmica como semántica. Se pasa de un ritmo lento, amplificatorio, ondulatorio, a uno más rápido, pues si la fórmula anafórica se repetía cada 3 versos, ahora pasa a repetirse verso a verso (16-17) e incluso a ser elidida, quedando solamente sus complementos (con + …), 2 en un solo verso.


Pero es que además se ha pasado de la referencia a los elementos de la naturaleza (más o menos personificados) a emociones (3 primeros casos) y actividades (las palabras) plenamente humanas: antitéticas las primeras : el miedo – la alegría – el hastío; y adjetivada (el único adjetivo que califica a un elemento nuclear en todo el poema; los demás pertenecen a los comentarios amplificatorios) la actividad verbal tan característica del hombre. Pero el adjetivo trasluce una carga de desesperación: con las terribles palabras.


Conviene comentar este verso, porque es indicativo del talante superrealista del autor. Si el superrealismo pretende, entre otras cosas, cambiar las formas de percepción convencionales de la realidad, en aras de una percepción más pura, más inocente (y observemos como anteriormente, versos 6 y 7, Cernuda ha relacionado inocencia con desnudez), sobre todo al margen de los prejuicios y convenciones sociales, resulta típicamente superrealista la concepción de que el amor se dice no a través de las palabras (como una larga tradición social nos prescribe), sino a través de múltiples y heterogéneos objetos, e incluso a pesar de las palabras. ¿Por qué son terribles las palabras? Porque son signos convencionales, abstractos, genéricos que no pueden captar la realidad de los sentimientos. Pensemos en una fórmula como “te quiero”, tanas veces repetida y con cuántos diversos sentidos. Si tenemos en cuenta esto comprenderemos la insuficiencia del lenguaje para expresar las sensaciones, emociones o sentimientos humanos. De ahí la tragedia del lenguaje, única forma que tenemos para expresarnos, comunicarnos y que, sin embargo, nos traiciona. De ahí la tragedia de los poetas, su prisión, encerrados con un solo y terrible juguete: el lenguaje.


C) Si hasta el momento el poema ha seguido un movimiento climático, alcanzando altas cotas de intensidad, a Cernuda aún no le basta, quiere ir más lejos. Y por ellos, sobre este apartado B en que tanto se ha intensificado la declaración inicial, vendrá un apartado C en que podríamos decir que riza el rizo, puesto que es una intensificación hiperbólica de la misma declaración de amor, resuelta por medio de la repetición de una misma estructura:


más allá de la X (vida – amor)

quiero decírtelo con la Y ( muerte – olvido)


En el primer caso gravita sobre el verso de Cernuda una larga tradición de testarudez hiperbólica que se niega a morir del todo: el non omnis moriar horaciano, no todo moriré) y cuya manifestación más asombrosa en nuestra literatura es el soneto de Quevedo (“Amor constante más allá de la muerte”) que termina, en referencia a lo más interior de sí, sus medulas, polvo serán, más polvo enamorado.


Pero Cernuda quiere ir más lejos aún, no sólo el amor ha de sobrepasar la muerte, sino al mismo amor, en el olvido.


Te amo más allá del amor, en el olvido” es la romántica actitud del Cernuda de esta época, uno de los poetas que mejor ha sabido expresar la inquietud, el dolor y sufrimiento del amor ausente, al que dedicaría su siguiente libro Donde habite el olvido, y que se abre con la siguiente parábola, que bebe en Schopenhauer:


Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío. Y quisieron compartirlo. Entonces inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.

¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas; de aquellas espinas, ya sabéis.

Las siguientes páginas son el recuerdo de un olvido.”


N.B. El poema -oh milagro- cayó en el examen de selectividad de aquel año, pero de la veintena de mis estudiantes que se presentaban, solo una chica (recuerdo su nombre) lo eligió (y obtuvo una buena calificación), el resto se lanzó hacia la narrativa o el drama, que les generaba menos miedo que la poesía, obteniendo notas inferiores. Vivir para ver.


1 comentario:

ulbrichibsen dijo...
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