miércoles, 4 de junio de 2025

Tangencias inauditas: Josquin des Prez y W. H. Auden: memoria de los muertos

 

Estamos a finales  del siglo XV. Ha muerto Johannes Ockeghem, uno de los maestros de la polifonía franco-flamenca, en 1497. El cronista francés Jean Molinet escribe un sentido poema, que Josquin des Prez musicará, creando una de las obras maestras de este tipo de música: Déploration de la mort d´Ockeghem. Lo que hace Josquin es alternar, polifónicamente, el poema de Molinet con las siguientes palabras del cantus firmus:

 

Requiem aeternam dona eis, Domine,

Et lux perpetua luceat eis.

Requiescat in pace. Amen.

 

Traigo hoy al blog el excelente poema de

Molinet, del que intento una versión, al tiempo que hago un par de aclaraciones.

 Nimphes des bois, deesses des fontaines,


Chantres experts de toutes nations,
Chang
ez vos voix tant cleres et haultaines
En cris tranchans et lamentations
.
Car d'Atropos,
très terrible satrape,
A vostre Ockeghem attrappé en sa trappe,
Vrai trésorier de musique et chief d'oeuvre
Doct, élégant de corps et non point trappe.
Grant dommage est que la terre le couvre.
Accoustrez vous d'habits de deuil,
Josquin, Pierson, Brumel, Compère,
Et plourez grosses larmes d'œil:
Perdu avez vostre bon pere,
Requiescat in pace.
 
La versión que propongo es la siguiente:
 

Ninfas de los bosques, diosas de las fuentes,

Cantantes expertos de todas las naciones

Cambiad vuestras voces tan claras y majestuosas

En gritos desgarradores y lamentaciones.

Pues Átropos, sátrapa muy terrible,

A vuestro Ockeghem ha atrapado en su trampa,

Verdadero tesorero de la música y sus obras maestras,

Docto, elegante de cuerpo y sin trampas.

Enorme pena es que la tierra le cubra.

Revestíos de trajes de luto,

Josquin, Pierchon, Brumel, Compère,

Y llorad grandes lágrimas de vuestros ojos:

Pues perdido habéis vuestro buen padre.

Requiescat in pace.

 

Las aclaraciones: 1) Átropos es la tercera parca, la inflexible, la que corta el hilo de la vida. 2) Los nombres que cita en un verso son los del propio Josquin (1450-1521), Antoine Brumel (1460-1520), Loyset Compère (1445-1518), Pierson = Pierre de la Rue (1452-1518) –también llamado Piercho de Vico-. Es decir, los nombres la generación de polifonistas posterior a la de Ockeghem, sus discípulos, por decirlo así.

 

 

Pero el motivo por que traigo al blog este poema es porque me ha traído el recuerdo de otro poema funeral, muy sentido, que escuché por vez primera viendo la película Cuatro bodas y un funeral. Se trata de “Funeral blues”, de W. H. Auden, que uno de los jóvenes amigos recita en el funeral de quien fue su amante.

 

Stop all the clocks, cut off the telephone,
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.

Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling on the sky the message He Is Dead,
Put crepe bows round the white necks of the public doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.

He was my North, my South, my East and West,
My working week and my Sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last for ever: I was wrong.

The stars are not wanted now: put out every one;
Pack up the moon and dismantle the sun;
Pour away the ocean and sweep up the wood.
For nothing now can ever come to any good.

 

En la versión castellana del filme sonaba así:

 

Parad los relojes, descolgad los teléfonos,

prevenid el ladrido del perro con un jugoso hueso,

silenciad los pianos y con apagado tambor

el ataúd sacad ya, las plañideras avisad.

 

Que avionetas negras nos sobrevuelen

y que en el cielo escriban el mensaje: Él ha muerto.

Poned en los blancos cuellos de las palomas un crespón,

que los guardias  lleven guantes negros de algodón.

 

Él fue mi Norte, mi Sur, mi Este y mi Oeste,

mi semana de trabajo, mi descanso dominical,

mi mediodía, mi medianoche, mi charla, mi canción;

creí que el amor duraría siempre: me equivoqué.

 

Ya no quiero las estrellas, apagadlas todas,

envolved la luna y desmantelad el sol,

vaciad el océano y los bosques arrasad,

porque ya nunca nada podrá acabar bien.

 

 

Sí, bueno, el poema de Auden es bastante mejor que el poema medieval, pero lo que me maravilla es, a cinco siglos de distancia, con sus imperativos e hipérboles, la intensidad similar con que se expresa el dolor por la muerte de un ser querido.

 

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