martes, 27 de mayo de 2025

Tres versiones de El Escorial: Ortega y Gasset, García Lorca y Luis Cernuda.

 

Releyendo estos días Capítulos de historia de la lengua literaria, de Ricardo Senabre, me complace la manera tan minuciosa a veces en que el investigador se aproxima a los textos. Incluso en textos de carácter irracional Senabre llega siempre hasta donde la racionalidad le permite llegar, intenta explicar, desde la razón, cualquier detalle verbal (cualquier matiz del significante), y, donde no puede más, se detiene, y te da a entender, hasta aquí he llegado con la razón. El resto es cosa del misterio de la creación artística. Ese intento de marcar los límites entre lo que puede ver la razón y el elemento misterioso me parece subyugador. No como otros críticos literarios que, a las primeras de cambio, se envuelven en las brumas, y se dedican a multiplicarlas y desparramarlas.

 

Pues bien, no sé de qué manera algo oblicua, esta lectura de Senabre me ha hecho recordar también mi trato con micropasajes literarios, aunque es verdad que yo no les sacaré la punta que les sacaba el maestro.

viernes, 16 de mayo de 2025

EL PRADO VIENE A VALENCIA: A LA CAMA NO TE IRÁS…

 

Magnífica me parece la iniciativa de traer unos 30 paneles con pinturas del Museo del Prado al parque de los Viveros de Valencia. Si alguno, por el motivo que fuere, no puede acercarse al Prado, el Prado ha venido para acercarse a él. Luego habrá que visitar el Prado, desde luego, pues que la muestra no es más que una muestra. Pero el incentivo para la visita se puede generar aquí, en el parque. Aparte de ser una muestra muy bien seleccionado, nos permite ver los cuadros desde una proximidad que en el museo real no podríamos ni soñar. De algunas de las obras se nos ofrecen detalles, situándolos perfectamente en el contexto íntegro del cuadro. Una magnífica ocasión para familiarizar a los niños con nuestro mayor tesoro.

 

Pero si aludo en el título de este post a una expresión proverbial es porque, en mi visita, hice un pequeño descubrimiento. Aprendí algo que no sabía y que quiero comunicar a mis lectores (soy un pedagogo impenitente).

 

domingo, 11 de mayo de 2025

George Steiner narra maravillosamente un pasaje de su vida

Al comienzo del capítulo 4 de su libro de memorias Errata, Steiner narra un episodio de su vida de estudiante en la Universidad de Chicago: su amistad con un paracaidista, Alfie, que volvía de la guerra y cómo éste le va a dar lecciones de gramática parda y le servirá de tutor en su iniciación sexual. Excelentemente narrado, destacaría esa leal amistad entre individuos tan diferentes social e intelectualmente y la forma como encara cuestión tan delicada como la iniciación mercenaria en los asuntos del sexo.


Sólo un Philip Roth podría expresar con palabras la electricidad, el resplandor de la vida cotidiana en la Universidad de Chicago a finales de los años cuarenta. Hasta el clima tenía una grandeza teatral. El viento del sur inundaba el aire con el color rojo y el hedor de los mataderos, tornándolo sofocante. Cuando, con una mano rota y los ojos casi sellados, Tony Zale obtuvo el título tras derrotar por K. O. a su rival italo-americano, los compañeros y seguidores de Zale en la siderurgia de White City avivaron y redujeron alternativamente la llama de los altos hornos como muestra de homenaje. Jamás olvidaré el jubiloso resplandor amarillo blancuzco y rojo fuego que se extendió sobre el lago. O esa noche de agosto, cuando, con una temperatura superior a 37º en el momento de ponerse el sol, los megáfonos de la policía del campus anunciaron entre bramidos que podíamos abandonar nuestros sofocantes dormitorios (aún no existía el aire acondicionado) y dormir en el parque. Salimos en cascada al calor de la noche, al aire enloquecido por el canto de los grillos y los rayos de la tormenta eléctrica. A nuestro alrededor, una ciudad que nunca dormía, una ciudad en donde la brutalidad en la política, en el arte, en el jazz, en la música clásica, en la ciencia atómica, en el comercio y las tensiones raciales resultaban palpables y se dejaban sentir como una descarga. Una megalópolis de intensidad pura.

 

martes, 6 de mayo de 2025

Pedro Antonio de Alarcón hace una crítica premonitoria de la banalidad turística

 A la vuelta de un viaje por tierras extremeñas, en que visito el Monasterio de Yuste, leo las páginas que Pedro Antonio de Alarcón dedicó al mismo asunto -aunque tan diferente: diligencia,  caballo, campo a través, ruinas...- hace más de siglo y medio. La capacidad narrativa de Alarcón es prodigiosa. Pero lo que más me llama la atención en este momento es una premonición crítica hacia lo que finalmente ha devenido el turismo de masas, y que copio a continuación:

Dijimos más atrás que el sueño eterno de Carlos V ha sido turbado también en el Monasterio del Escorial, y que nosotros mismos no hemos sabido librarnos de la tentación de asistir a una de las sacrílegas exhibiciones que se han hecho de su momia en estos últimos años....

domingo, 27 de abril de 2025

Natalia Ginzburg sobre la literatura infantil: "Sin hadas y sin magos"

  

Corrían los últimos años del siglo XX cuando, paseando por el Retiro, en uno de mis viajes a Madrid, me detuve ante un pequeño teatro que habían montado frente al estanque y donde los juglares modernos representaban una obrita con niño y dragón. El caso es que en un momento dado, cuando el niño se asusta ante el dragón, aparece otro personaje, tal vez la madre, tal vez el hada madrina, para decirle al niño que no tiene que asustarse, que el dragón no es malo, solamente es diferente. Me quedé ligeramente aterrado, y tuve una sensación parecida a la que experimenté, cuando veinte años atrás, vi un día, cerca de la estación del Norte de Valencia, a un muchacho bien vestido, al parecer de buena familia, pidiendo dinero. Entonces sentí que algo profundo había cambiado en el mundo en que yo vivía: eran los primeros síntomas de lo que llegaría a ser el estrago de la droga por esos años 80. Ahora, ante esa representación teatral del Retiro, intuía un cambio profundo –y en mi opinión no para bien- que se iba a producir en el universo de nuestros conceptos y estimaciones. Una avanzadilla de lo que se convertiría después en la dictadura de lo políticamente correcto.

 

Leyendo hoy un ensayo de mi querida Natalia Ginzburg, que se titula “Sin hadas y sin magos” (recogido en su recopilación de columnas periodísticas Vida imaginaria), me encuentro con que ella había denunciado casi treinta años antes (abril de 1972) lo que supongo serían los primeros síntomas de esa nociva ideología.

 

miércoles, 23 de abril de 2025

Un poema de José Angel Valente: Maquiavelo en San Casciano

 

MAQUIAVELO EN SAN CASCIANO

 

…non temo la povertà, non mi sbigottiscie la morte

(Carta a Francesco Vettori, diciembre 1513)

 

 

Al tordo que madruga en los olivos

tiendo tempranas redes,

mientras dura setiembre

y un cielo gris apaga

el eco doble de esta pena

en pobreza y destierro.

                   Tengo un bosque

cuya madera hago talar, pues de tan poca

riqueza me sustento.                         

 

Los negocios de la República y los reyes

de España y Francia

o el gran Duque lejos están;

mas bueno fuera que alguien

pagase en este tiempo aquel saber de entonces.

 

Los leñadores en el bosque

disputan entre sí o ponen pleito

a más rudos vecinos,

mientras cierto Frosino da Panzano

arrebata mi leña por diez liras

que tiempo ha le debo, según dice,

de una partida en casa de Antonio Guicciardini.

Al carretero he acusado

como ladrón. Mas fue vano negocio.

 

lunes, 21 de abril de 2025

Algunas anécdotas sobre Carnero y su poesía.

 

En la Facultad de Filología de Valencia, hacia finales de los 70, Jenaro Taléns (en su asignatura Poesía española contemporánea) nos mandó a hacer trabajos por grupos en que debíamos dar cuenta de un poemario completo de poetas contemporáneos vivos. El grupo en que figuraba yo elegimos a Manuel Vázquez Montalbán y su obra Una educación sentimental. No estuvo mal el trabajo y aprendimos bastante de la cultura popular (que se insertaba en sus versos) y también alguna formulación que nos acompañó en muchas de nuestras salidas nocturnas: La noche complica la soledad. A determinados grupos de estudiantes Jenaro les consiguió citas con el autor de la obra para aclarar conceptos. No así al nuestro. Montalbán ya era entonces una gran figura y, además, vivía en Barcelona. Pero recuerdo un grupo de chicas que trabajó un libro de Martínez Sarrión y que se reunieron con él. “Las chicas de Sarrión” les llamamos una temporada. Otro grupo tuvo la suerte de trabajar Dibujo de la muerte, de Guillermo Carnero. Alguno de sus miembros me contó la impagable experiencia de que el autor les explicara el contexto histórico, cultural o artístico que se escondía debajo de cada verso. Para poner los dientes largos.