viernes, 14 de junio de 2024

DON BENITO EL GARBANCERO

 

Casi se ha convertido en expresión proverbial de nuestra lengua denominar a Pérez Galdós como “Don Benito el Garbancero”. El responsable de tal fechoría (pues fechoría es) no es otro que el ínclito Don Ramón María del Valle-Inclán, “eximio escritor y extravagante ciudadano” al decir del dictador Primo de Rivera, cuya caracterización se ha convertido a su vez en otra casi expresión proverbial de nuestra lengua.

 

En efecto, en la escena 4 de Luces de bohemia, se produce un encuentro, en una buñolería que apesta a aceite, entre Max Estrella y los epígonos modernistas. En un momento dado los jóvenes manifiestan lo siguiente:

 

CLARINITO.-  Maestro, nosotros los jóvenes impondremos la candidatura de usted para un sillón de la Academia.

DORIO DE GADEX.-  Precisamente ahora está vacante el sillón de Don Benito el Garbancero.

 

Y aquí se origina esa conocidísima expresión, como otras de la obra: “cráneo privilegiado”, “el esperpentismo lo ha inventado Goya”, etc.

 

sábado, 1 de junio de 2024

El Hápax sintagmático como procedimiento estilístico: Valle-Inclán y Galdós de nuevo juntos

 


         En ese ensayo que sobre la buena prosa discursiva (la prosa de ideas) quiero escribir algún día (con Ortega y Gasset, Jorge Mañach y Mariano Picón Salas como santos tutelares), las ideas que grosso modo quiero defender -la primera de las cuales es que sobre tema tan escurridizo sólo se puede discurrir a manera de ensayo- son las siguientes: al margen de las cuestiones históricas (prosa renacentista, barroca, ilustrada, etc.), lo que hace una buena prosa en mi opinión son las siguientes cosas:

 

- la fluidez de su ritmo (que nada tiene que ver con la medida del verso, la métrica; se trata más bien de un ritmo sincopado, un ritmo de pensamiento).

 

- cuestiones de organización y estructura (el ritmo estructural, que podríamos decir).

 

- la chispa, a falta de mejor nombre: ésta procede de la sorpresa que produce la utilización de cierto léxico inesperado (mezcla de registros) o de ciertas imágenes o figuras retóricas, que le dan ese plus de expresividad que hace una buena prosa.

 

En su ensayo sobre “Le elocuencia es Naturaleza, y no arte” (Cartas eruditas y curiosas, II, 6), Benito Jerónimo Feijóo, que mucho sabía de esto, defiende esta idea del estilo:

 

         “12. El genio puede en esta materia lo que es imposible al estudio. A un espíritu, que Dios hizo para ello, naturalmente se le presentan el orden, y distribución, que debe dar la materia sobre que quiere escribir: la encadenación más oportuna de las cláusulas: la cadencia más airosa de los periodos: las voces más propias: las expresiones más vivas: las figuras más bellas. Es una especie de instinto lo que en esto dirige el entendimiento. Más por sentimiento, que por reflexión, distingue el alma estos primores. En la invención de ellos está ocioso el discurso, dejándolo todo a cuenta de la imaginación.”

 

         Me interesa la opinión de tan docto varón porque, si atendemos con detalle, coincide en gran medida con los tres puntos que acabo de proponer.

 

Jorge Mañach, en “Un arte de escribir” (texto que bajé de Internet, y que ignoro de dónde procede, aunque no me cabe duda de que es del eximio escritor cubano) defiende estos efectos de gracia:

 

 Los giros son peculiares agrupamientos de palabras que el idioma ofrece, y se los busca y usa igual que las palabras, pero menos para la precisión que para la gracia en el decir. Esta gracia a menudo consiste en saber llevar a la expresión un elemento oportuno de sorpresas, por el cual queda el lector aliviado y como divertido ante lo que no esperaba. En fin, las imágenes –formas varias de comparación– son una gran cosa, a condición de no embriagarse con ellas. Como todo en el estilo, deben  tener una eficacia funcional, no de mero adorno yuxtapuesto, sino de virtud comunicativa. Todavía nos queda en Cuba mucho exceso de imaginismo o de imaginería que contrajimos exagerando el ejemplo de Rodó.”


         Hoy me voy a detener en lo tocante al último apartado de los tres que nombré (equivalente a la viveza de las expresiones, según Feijóo, o a la gracia de los giros, según Mañach), estudiando lo que denominaré hápax sintagmático.

domingo, 5 de mayo de 2024

Un gran libro que no recomendaría a nadie: DAVID COPPERFIELD

 


Cuando terminamos de leer las 1000 páginas que tiene la novela, aparte del recuerdo de los muchos momentos de felicidad que nos ha proporcionado, experimentamos un cierto alivio. Pues, en efecto, hemos alcanzado la cima de esa auténtica mole que constituye la obra, pero, a la que, entendemos, le pueden sobrar 300 o 400 páginas perfectamente. ¿Cómo ello?

 

Para entender esto hay que remontarse a la época en que apareció, mediados del siglo XIX. En esa época muchas de las novelas se publicaban por entregas, como folletín que figuraba entre las páginas de los periódicos. De hecho David Copperfield fue apareciendo a lo largo de dos años (1849-1850) hasta que finalmente se recogió en forma de libro.

 

viernes, 26 de abril de 2024

Federico Jiménez Losantos, poeta: Barcelona 1976

 En el programa PRIMICIAS, presentado por Lara Siscar, que se emitió anoche en TV2, dedicado al siempre polémico y siempre interesante Jiménez Losantos, hacia el final, en Orihuela del Tremedal, se nos informa de la veta poética del escritor y periodista. Termina la entrevista con la lectura de un poema por parte de su autor. Me parece muy buen poema y no me resisto a transcribirlo:


BARCELONA 1976


Hubo un lugar, un tiempo en que sólo bebíamos música.

Sonaba nuestra vida como una canción nueva

en una radio vieja, pobre, alegre.

Y era hermoso el fulgor de la penumbra.

Era hermoso sentir que apenas éramos

y ya estábamos del todo

en la esquina del mundo que era nuestro.

 

Era entonces verano cada invierno

y otoño cada tarde, y primavera

cuando tú venías

del sueño más lejano, entre agua y humo.

Y venías siempre.

 

Era de noche alguna vez, supongo,

para mí

las alumbraste todas.

No recuerdo una sola medianoche

sin la luz y el calor del mediodía.

 

Porque queríamos.

 

Vivíamos.



N.B. Cuando lo recita en el programa de TVE donde lo veo omite de los versos 4 al 7. [Publicado en POESÍA PERDIDA (1969-1999)]

 


martes, 23 de abril de 2024

De amigos y conocidos o sobre la falsedad en el arte contemporáneo: Gaya Nuño, Huxley y Joan Miró.

 

En un escrito sobre “Florencia y Aldous Huxley”, Juan Antonio Gaya Nuño se permite decir “mi fabuloso amigo, mi imposible amigo Aldous Huxley. (Paréntesis: Nadie se sorprenda de que le llame amigo. Nunca le vi. Jamás nos escribimos. Pero nos unen tantas identidades de juicio que si ello no equivale a amistad, me niego a utilizar otra palabra que las defina mejor.)” Suscribo totalmente ese concepto de amistad que maneja Gaya Nuño y así me atrevería a considerarlos a ambos, a Huxley y a él, como amigos míos.

 

Recientemente, leyendo su libro sobre El arte europeo en peligro (1964), son tantas las ideas que me parecen luminosas (y que, además, comparto) que recorro sus páginas en un estado casi permanente de felicidad. Uno de los pasajes que más me ha impresionado es el siguiente, a propósito de la abundante falsedad en el arte moderno: “El hecho es que si hoy deseásemos iniciar una colección de arte rigurosamente contemporáneo, las dificultades serían mayores que si se refiriese al arte gótico. Las obras maestras de los artistas que viven en olor de consagración serían de muy difícil adquisición por su precio, y en suma, no compondrían sino un espacio de catálogo por demás reducido. El resto tendría que llenarse con piezas visibles en las continuas exposiciones, pero que virtualmente resultan ser falsas. Espantosamente falsas aunque tengamos plena seguridad acerca de sus autores. Y es que el impulso con que han sido tratadas y plasmadas carece de la veracidad, del propósito de intención que ha estado presente durante tantos siglos. Estamos ante un momento de falta de autenticidad, de mentira latente, de pérdida de la calidad, que conspiran en la acción de convertir en falso casi todo el arte de nuestro tiempo. En verdad, al lado de este síntoma gravísimo lo será mucho menos la falsificación de una talla románica o de un retablo gótico.” (p. 144)

Lo que quiere decir que, al subir la cotización del arte consagrado en nuestro tiempo, los artistas que ya se han creado un nombre, producen de forma mecánica y rutinaria obras cuyo único valor consiste en la firma y que, por tanto, resultan falsas, por más que conozcamos a sus creadores. No es que haya un plagiario que imite al autor; es que ellos mismos se imitan y se repiten sin mayor propósito creador.

 

lunes, 25 de marzo de 2024

LILI MARLEEN: Rosa Sala, García Lorca y Rainer Werner Fassbinder

 

Unas cosas llevan a otras.

 

Una querida amiga me recomienda que vea en youtube una conferencia de Rosa Sala sobre Goethe y su tiempo. Así lo hago y disfruto enormemente (las redes no tienen por qué ser espacios para amplificar lo banal o ejercitar la crueldad, también pueden ser lugares donde acoger los frutos de la inteligencia y creatividad humanas). Rebusco en el ciberespacio cosas de la autora y me entero de que ha escrito un libro sobre la canción Lili Marleen. Veo una entrevista al respecto.

Eso me lleva a revisar la película de Fassbinder, que vi hace muchos años y me encantó. Y entonces se produce el hechizo, la inaudita tangencia.

viernes, 2 de febrero de 2024

Historia de una tertulia, de Antonio Díaz-Cañabate. Un puñado de anécdotas

 

Leo Historia de una tertulia, de Antonio Díaz-Cañabate, con placer y regocijo. Esa tertulia de la postguerra (primeros años 40) que, liderada por José María Cossío, aglutinaba a su alrededor, en el café Lyon d´Or, a Eugenio d´Ors, Emilio García Gómez, Ignacio Zuloaga, el propio Cañabate, Edgar Neville, Gerardo Diego y a numerosos intelectuales, artistas y toreros.

 

En la tertulia, donde se excluía la temática política y la crítica sañuda, se hablaba de lo divino y lo humano, mucho de toros (Cossío redactaba entonces su enciclopedia Los toros), pero especialmente se contaban anécdotas. Traeré algunas a este blog.