miércoles, 16 de noviembre de 2022

EL IMPOSIBLE ABRAZO: ASPECTOS DEL PATETISMO EN VIRGILIO.

 

Ahora que he estado cerca otra vez del mundo de Virgilio, desempolvo unas líneas que escribí hace casi 20 años (en 2003), cuando en nuestro seminario de lecturas leímos a Homero y Virgilio, entre otros clásicos greco-latinos. El día que comentábamos la Eneida, mi aportación a la reunión consistió en el texto que sigue:


Acertaba Borges, como de costumbre, cuando, a la pregunta de qué escritores le interesaban más, respondía: "Hay un muchacho, Virgilio, que promete… ". Y es que la sensación que se experimenta al leer la Eneida es la de encontrarse, de lleno y como nunca, inmerso en la literatura. Expliquémonos un poco. Ciertamente era la sensación que también producía Homero, pero en aquel caso la vivencia era la de asistir al nacimiento de la literatura, a una literatura fundacional y pura, a un grado cero de la literatura -por tomar las palabras de Barthes para la comparación que haré inmediatamente. En el caso de Virgilio la sensación es la de encontrarnos ante una literatura de segundo grado, esto es, una literatura enormemente reflexiva, que se propone ni más ni menos que emular la del aedo griego, pero con las armas que le da una muy rica tradición escrita, que goza de comentarios, erudición y crítica. Si Homero encabezaría una tradición de literatura en estado puro, a donde podrían acompañarle escritores como Sófocles, Balzac o Whitman, Virgilio encabezaría la tradición de la literatura literaria que, ciertamente, ha tenido mayor -si no más insigne- descendencia: es la tradición de Dante, Cervantes, Shakespeare, Flaubert y Joyce.


domingo, 13 de noviembre de 2022

El monumento a Virgilio en Brindisi

 

El viajero sentimental que recorre algunas poblaciones de La Puglia, si ama la literatura, no puede dejar de acercarse a Brindisi. Si le impacta la hermosura de su puerto y salida al mar, lo que más le sobrecoge son las huellas de esa presencia del pasado, pues fue ésta la ciudad en que vino a morir Virgilio en el año 19 a. C., tras volver de un viaje a Grecia en que seguía indagando detalles para su magno poema que consideraba inconcluso y que pidió a un amigo que destruyera tras su muerte.

Dos hitos fundamentales de esa presencia se encuentran en la ciudad. El monumento a Virgilio, que realizó el escultor Floriano Bodini en los años 80 del siglo pasado, y con el que se encuentra el viajero en una plazoleta cuando llega a la zona del puerto. El otro es la Scalinata Virgilio, que sube del puerto a la ciudad vieja, y donde sitúa Hermann Broch el principio de su novela La muerte de Virgilio.

Traeré a este post imágenes de los dos, aunque me centraré algo más en la descripción del monumento. Se trata de una pequeña columna coronada por una Victoria alada, sin brazos. A los pies de la columna, por la que baja un sudario, podemos distinguir, mirando desde nuestra izquierda hacia la derecha: un caballo, un perro, un yelmo, un ramo de olivo y varias ovejas. No nos será difícil relacionar estos elementos simbólicos con las tres grandes obras del poeta romano: a las Bucólicas, sus poemas pastoriles de amor, corresponderían las ovejas y el perro; a las Geórgicas, su poema didáctico sobre la agricultura, el ramo de olivo; y, por último, a la Eneida, su magno poema épico, donde quiso emular a Homero, el caballo y el yelmo. Es un bello monumento que nos introduce en el universo virgiliano.












Aunque más bella y emotiva resulta la Scalinata Virgilio, por donde fue subido su cuerpo enfermo al llegar a Bari (según evoca con tanta destreza Hermann Broch). Está coronada de una plazoleta donde se encuentran dos columnas romanas. Una entera, la otra despedazada. En esa misma plazoleta se supone se encontraba la casa en que pasó sus últimos días el insigne poeta. El viajero sentimental que llega hasta ahí experimenta una emoción difícil de definir donde se juntan la historia, la literatura, el pasado, el presente, la vida y la muerte.




sábado, 24 de septiembre de 2022

Un par de aforismos sobre al arte

 El primero pertenece al pintor Odilon Redon, que tiene un libro de aforismos Sobre la vida, el arte y los artistas:


Lo que distingue al artista del diletante es solamente el dolor que aquél experimenta. El diletante no busca en el arte más que su placer.


Y este otro de Hermann Broch, con cuya Muerte de Virgilio me vuelvo a medir veinte años más tarde, a ver si esta vez sí. El aforismo constituye el final de su ensayo sobre el kitsch.


Y esto es lo que ocurre con la auténtica obra de arte. Deslumbra al hombre hasta la ceguera y le da la vista.


lunes, 12 de septiembre de 2022

La página de un pintor: Carlos Hernández Sacristán

 Ya está en Internet la página web del amigo Carlos: profesor, investigador, pintor, poeta y... ¡cuántas cosas más! Ahí va el enlace:

https://chsacristanpaintings.com/simbolismo-en-pintura-symbolism-in-painting%ef%bf%bc/




miércoles, 7 de septiembre de 2022

APENAS UNOS MILÍMETROS: el traje nuevo del Emperador en versión de Sara Mesa

 

Recuerdo, hace años, que al decir en el aula las notas que habían obtenido mis alumnos en un examen, el representante de los estudiantes suecos que en ese momento asistían invitados a la clase me dijo que en su país eso no se podía hacer, que era impensable, pues era ofensivo para los que sacaban menos nota. Poco después vivía yo en carne propia esa norma igualitaria políticamente correcta. En estos días pasados me llega la noticia -no sé si verdadera, no la tengo contrastada- de que la Federación valenciana de fútbol, en las competiciones infantiles, no va a dar los resultados numéricos, sino sólo Ganado, Empatado, Perdido, y tampoco va a reproducir el nombre de los goleadores, titulares, etc. por no ofender a los que juegan menos minutos y marcan menos goles o no marcan. Me da la sensación de que a este paso, por orden gubernamental, algún día nos volveremos todos tontos.

De ello me consuela la valentía de una escritora como Sara Mesa que, en un cuento como “Apenas unos milímetros” echa por tierra, literariamente, brillantemente, implacablemente, toda la tontería administrativa.

La profesora de Biología, que narra la historia, nos cuenta cómo se atiende un caso especial de alumno (de 15 años), que padece una parálisis que le impide mover ninguna parte de su cuerpo, apenas la ceja unos milímetros, como indica el título. El problema más serio se plantea cuando se va a llevar a cabo una clase de educación sexual, con algunos ejemplos prácticos de cómo colocar el condón (preservativo lo llaman los representantes académicos) en un pene de plástico. La profesora de Biología piensa, con toda razón a mi entender, que esta actividad se le podría ahorrar al alumno discapacitado. Máxime cuando implica una logística complejísima y costosísima de ambulancia, varios enfermeros, dos horas gastadas en traslados, etc. Pero el Director del centro, tutora y otros profesores se oponen, porque eso sería discriminar al muchacho y no respetaría la norma igualitaria. La profesora da la razón de que el chico nunca podrá tener la menor vida sexual compartida, pero no es escuchada.

El caso es que finalmente el muchacho asiste presencialmente a la charla que da una “Sexóloga, psicóloga o lo que sea” y, como no podía dejar de ocurrir, se produce el desbarajuste. Comienza con miradas, codazos, risitas… hasta que en un momento dado la leona de la clase (esa alumna, que todos hemos tenido, a la que le falta disciplina, concentración, probablemente capacidad, pero le sobra desparpajo e insolencia) pone el dedo en la llaga, haciendo ver el absurdo que consiste en hacer participar en la clase a esa persona que jamás va a tener relaciones sexuales con nadie (ella es ya experta en la materia). La “Sexóloga, psicóloga o lo que sea” le afea su conducta primero con delicadeza, corrección y mucha mano izquierda, pero finalmente el conflicto es irremediable. El chico de la leona, el león de la clase, la apoya en sus argumentos, y al final los dos son expulsados.

A mí, que amo la tradición en literatura, lo que me maravilla del cuento es la manera en que Sara Mesa pone al día ese cuento tan antiguo del imaginario traje nuevo del poderoso (que a su manera versionaron don Juan Manuel, Cervantes y H. C. Andersen), que nadie ve, pero que todos dicen ver, y que sólo los más débiles y desprejuiciados (el negro palafrenero del rey, en don Juan Manuel; el cabo furrier en el retablo de las maravillas cervantino; un niño en el cuento de Andersen; y los alumnos más trastos de la clase -problemáticos, en la jerga didascálica- en la versión de nuestra Sara) se atreven a desvelar su inexistencia y la falsedad y mentira en que muy frecuentemente estamos todos atrapados.

viernes, 12 de agosto de 2022

La expulsada del Paraíso. (Sara Mesa: UN AMOR)

 


En la asignatura de Literatura Universal, cuando explicábamos la tragedia griega y nos proponíamos una reflexión sobre el mito, yo solía decir que entendía el mito como relato potente. ¿A qué me refería con ello? Al hecho de ser un relato memorable, que no nos deja indiferentes, sino que nos interpela en profundidad, tocando las fibras más profundas del alma. Y solía proponerles a mis estudiantes un ejercicio: una redacción sobre su mito personal, aquel con el que más se identificaran, aquel que, de una manera u otra, siempre tenían presente. Yo les comentaba una serie de mitos para darles idea y facilitarles lo que luego había de constituir una reflexión muy personal. Les hablaba de la bajada a los infiernos, de la expulsión del Paraíso, del carácter edípico del mito de Faetón, de Pigmalión y su hechura…

Lo que no les comentaba yo era que mi mito personal, aquel que más en profundidad me interpelaba era el de la expulsión del Paraíso (tal vez influya en ello que me exiliara de mi país natal a la edad de diez años, o que hubiera tenido una novia que constituía el ideal de todos mis deseos y la había perdido…) Chi lo sa! Los mitos son potentes, pero también nos afectan de manera oscura.

Pues bien, estos días en que estoy enmesado, es decir, leyendo a Sara Mesa con una fascinación indesmayable (¡Qué novelas tan extraordinarias Cara de pan o Un amor! ¡Qué cuento excelente “Apenas unos milímetros”!), creo descubrir en un fragmento de Un amor, el motivo de esa fascinación.

jueves, 11 de agosto de 2022

"Un maestro toca el futuro". LUNANA, un yak en la escuela, de Pawo Choyning

 

En su primer día de clase, en la aldea más remota de uno de los países más remotos del mundo, Bután, Ugyen, el joven profesor, les pregunta a sus alumnos qué quieren ser cuando sean mayores. Un niño responde: “Maestro” y Ugyen le pregunta extrañado: “¿Por qué?”. La respuesta es sorprendente e inolvidable: “Porque un maestro toca el futuro.”


Así comenzará el proceso de descubrimiento por parte del profesor de ese mundo rural en las montañas, en una escuela donde no hay pizarra, pero puede albergar a un yak, y donde Ugyen llegará a entender por qué Bután es considerado el país más feliz del mundo.


Maravillosa película, maravilloso idilio. Sólo diré que, en el transcurso del filme, sentí, por segunda vez desde que me jubilé de la enseñanza, el deseo de volver a dar clases.


No se la pierdan.