jueves, 17 de septiembre de 2015

Una picante noticia del Madrid barroco

Los Avisos de Jerónimo de Barrionuevo, uno de los grandes cronistas del Madrid barroco, constituyen lo que podríamos considerar el periodismo de la época. Traigo aquí una noticia del 14 de noviembre de 1657 que podría haber figurado perfectamente en una novela picaresca:

Prendieron á un hombre porque le hallaron dando á una mujer de bofetadas, y á él y á ella los llevaron á la cárcel. Visitóse el lunes, y sacándolos á los dos, habiendo escrito contra él mil disparates, como lo hacen siempre esta gente farisea, pidió el hombre licencia de hablar, y dijo: «Señores, yo soy casado y con seis hijos. Salí antes de ayer desesperado de casa, por no tener con qué poderlos sustentar, y pasando por la calle de esta mujer, me llamó desde una ventana, y diciéndome allá dentro le había parecido bien, me ofreció un doblón de á cuatro si condescendía con ella y la despicaba, siendo esto por decirla yo que era pobre. Era un escudo de oro el precio de cada ofensa de Dios. Gané tres, desmayando al cuarto de flaqueza y hambre. Quísome quitar el doblón y no pudo, y á las voces llegó este alguacil que está presente, y tuvo mejores manos que ella para hacerlo. Suplico á V. S. diga ahora ella si esto es verdad ó mentira.» La cual allí en público dijo ser todo así, y visto por la Sala, in continenti le hicieron volver el doblón de á cuatro, en su presencia, al alguacil, y le echaron libre sin costas la puerta afuera, y á ella la mandaron tornar á su encierro para quitarla el rijo con algunos días de pan y agua. Fué esto así como lo cuento, lunes 5 de este mes.

martes, 4 de agosto de 2015

Un poema de Gómez Manrique en las oposiciones a profesores de secundaria de Castellano en la Comunidad Valenciana. Notas para su comprensión


Cuando en mis años mozos oposité al cuerpo de agregados de Lengua y Literatura Españolas de Enseñanza Media (en 1981) recuerdo que la prueba de comentario de textos consistía en tres partes: un comentario filológico, un comentario literario-estilístico y un comentario sintáctico y semántico. En las recientes oposiciones al cuerpo de profesores de secundaria esa prueba de comentario tenía solo dos partes: un comentario filológico y literario de un texto anterior al siglo XVIII y un comentario lingüístico de un texto contemporáneo. El hecho de que el comentario filológico y el literario vayan unidos tiene una serie de implicaciones negativas: como se ha de seleccionar un texto anterior al siglo XVIII nos dejamos fuera una gran porción de historia literaria que podría dar lugar a jugosísimos comentarios literarios (Bécquer, Machado, García Lorca, por poner tres ejemplos especialmente significativos entre mil que podría citar); pero además, para que el comentario filológico resalte se tiende a acudir a lo medieval, con lo que de nuevo se resiente el comentario literario (que en nuestra poesía del siglo de oro tendría un magnífico espacio de lucimiento). Así ocurrió en la reciente oposición, en que se eligió un poema de Gómez Manrique, que transcribo a continuación:

La inmensa turbaçión
deste reino castellano  
faze pesada mi mano
y torpe mi discriçión:   
que las horas y candelas
que se gastaban leyendo
agora gasto poniendo
rondas, escuchas y velas.
     El tiempo bien despendido
en las liberales artes
en cavas y baluartes
es agora convertido:
Por tanto, si falleciere
la muy gentil elocuençia,
culparéis la diferençia
del tiempo que lo requiere.
    Del cual un poco furtando,
aunque no sin grande afán,
a vos, señor de Almaçán,
pregunto, mal consonando:
¿cuál os es menos molesta,
vuestra secreta prisión
o la vulgar detençión
que vos es por el rey puesta?
    Maguer son en calidad
algún tanto discordantes,
ambas a dos son privantes
de la franca libertad,
lo cual visto, cuidaría,
a mi paresçer grosero,
en el solo carcelero
consistir la mejoría.
            FIN
   Respondedme todavía,
generoso caballero,
que vos faga plazentero
la dárdana poliçía.

Muchos problemas planteaba un texto semejante, que no me parece especialmente bien elegido.

domingo, 14 de junio de 2015

LOS PERSAS, de Esquilo, bajo la lluvia en Sagunto



Cuando Viqui Prado me anunció que se iba a representar Los persas, de Esquilo, como clausura del XIX Festival de Teatro Grecolatino de Sagunto, me dije que era una cita a la que no podía faltar. De una lejana lectura de la obra recordaba que me había gustado enormemente, y esas cuestiones ya tópicas, que repito en clase de Literatura Universal, pero no por ello menos conmovedoras, como el hecho de que, curiosamente, en este primer drama que nos ha llegado de los griegos, se da la voz al enemigo. La obra se centra no en los griegos, ni en sus problemas o –en este caso- victorias, sino en la desdicha del pueblo persa derrotado en Salamina. Resulta asombroso en esta sociedad en que vivimos, donde entendemos que al enemigo ni agua, que Esquilo, un guerrero de Maratón él mismo, y tal vez de Salamina, tenga ese gesto que hoy calificaríamos de liberal.
            La tarde amenazaba lluvia, y los que nos acercábamos al teatro ayer sábado 13 de junio, hacíamos cábalas y cruzábamos los dedos (ya no sabemos rezar) para que el tiempo aguantara y no desluciera la representación. Pero a los pocos minutos de comenzar el montaje del Grupo Helios de Madrid, con la presencia impactante del coro de persas en escena, comenzaron a caer gotas del cielo, que fueron a más durante la obra y arreciaron en la parte final, sin llegar a la tromba de agua que en esos momentos caía en la ciudad de Valencia, como supe después. El público, estoico, aguantó lo que pudo, aunque, conforme aumentaba el caudal de lo que caía, se iba retirando a sus cuarteles de invierno, o abandonaba el teatro. Los técnicos de sonido, para evitar un cortocircuito o males mayores, fueron retirando los micrófonos al borde del escenario y los altavoces, con lo cual la lucha era entonces doble, contra la inclemencia atmosférica y contra la escasez sonora, que hacía que las voces de los actores llegaran al público limitadamente. Eso no quita que los actores, que también se mojaban como el público, a causa de las rachas de agua, a pesar de estar cubierta la escena, bajaran un ápice en su implicación y en su esfuerzo artístico, y bien podemos decir que, a pesar de los pesares, el montaje resultó excelente, y los últimos de Filipinas, que resistimos hasta el final, les respondimos con una larga ovación sonoramente menguada por el exiguo número de los que para entonces quedábamos.
            Ahora bien, todos esos inconvenientes de esa representación memorable, en mi caso particular han tenido un efecto positivo, cual es la relectura de la obra. Y entonces encuentro en ella, entre mil y un detalles interesantes, dos cosas que me han llamado mucho la atención.
            La primera es el exquisito juego con el punto de vista que practica Esquilo. Si, por una parte, deja hablar a los persas, los vencidos en esa ocasión histórica; por otra parte, su lenguaje está lleno de la mirada griega: desde denominarse a sí mismo bárbaros, hasta invocar a los dioses griegos (ese Zeus que domina todos y cada uno de los hechos) o defender instituciones griegas: cuando la Reina persa pregunta al Corifeo quién acaudilla a sus enemigos, éste le responde: “No se llaman esclavos ni vasallos de nadie.” ¿Podríamos asistir a una defensa más nítida de la democracia griega, por parte de un pueblo dominado por reyes que son cuasi divinos?”
            La otra cosa que más me llamó la atención fue la presencia, hacia el final de la obra, en el diálogo entre el Jerjes que regresa en harapos, derrotado, y el coro, de un ubi sunt? puesto en boca de este último: “¿Dónde está la otra muchedumbre de los tuyos? ¿Dónde están los que combatían a tu lado, Farandaces, Susas, Pelagón (…)?” y algo después “¿Dónde está tu Farnuco, y el valiente Ariomardo?” y aún continúa un buen rato con las interrogaciones.
            ¿Será que este tópico, que creemos latino, y especialmente medieval, aparece por primera vez en la primera tragedia griega que se conserva?                      

martes, 2 de junio de 2015

Cosecha de greguerías del 2015

Tampoco ha sido muy rica la cosecha de greguerías de este año, pero no quiero dejar de citar algunas que  responden perfectamente a las características del género inventado por Ramón Gómez de la Serna. Aquí van:

El sacapuntas resucita al lápiz. (Nuria Alegre, 4º A)

La pizarra es el tablón de anuncios del saber.( Javier Reig, 4º A)

Un ocho es un cero que lleva cinturón. (Ander Bodegas, 4º A)

Y las dos últimas de Jacobo Chistensen, 4º B:

El reloj llega siempre puntual a todas las horas del día.

En una habitación, la lámpara es Dios.

martes, 19 de mayo de 2015

Concurso de fotografía del viaje a Almagro

Tras deliberar los organizadores (Ángela y Carlos) hemos decidido dar el primer premio a Katerina Okorochkova, de 1º Bchto A; el segundo premio es para Marina Sorribes, 1º Bchto B. Abajo colgamos las fotos ganadoras, así como otras dignas de mención (de Hussein Mroue y Pia Schlosneck).

(Las fotos aparecen por el mismo orden en que las hemos ido nombrando.)





jueves, 14 de mayo de 2015

Fallo del Concurso Literario

Fallo del XXIX Concurso Literario. Dpto. de Castellano I.E.S. Ramón Llull.


Reunidos los miembros del Dpto. de Castellano el jueves 14 de mayo de 2015, tras la lectura en común de las redacciones seleccionadas y la deliberación consiguiente, hemos decidido declarar premiados los siguientes trabajos (debido a la alta calidad de los finalistas hemos propuesto también un par de menciones, que recibirán como premio un lote de libros):


Categoría A (1º, 2º y 3º ESO):


1º Premio: Maite Mellino, 1º ESO A (e-book)

2º Premio: Alejandro Gutiérrez, 3º ESO B (30 €)

Mención Honorífica: Santiago Sedeño, 3º ESO A (lote de libros)




Categoría B (4º ESO, 1º y 2º Bchto)


1º Premio: Helena Bailach, 4º ESOA (e-book)

2º Premio: Elena Paredes, 2 Bchto B (30 €)

Mención Honorífica: Víctor Bermejo, 2 Bchto A (lote de libros)


Los premios se entregarán en el acto de entrega de orlas que tendrá lugar el 5 de junio de 2015. Los trabajos premiados serán publicados en la Revista Digital del Centro.



Jefe de Dpto. de Castellano

Carlos Campa Marcé