jueves, 29 de mayo de 2014

PREMIOS DEL CONCURSO LITERARIO 2014

Fallo del XXVIII Concurso Literario. Dpto. de Castellano I.E.S. Ramón Llull.


Reunidos los miembros del Dpto. de Castellano el jueves 29 de mayo de 2014, tras la lectura en común de las redacciones seleccionadas y la deliberación consiguiente, hemos decidido declarar premiados los siguientes trabajos (debido a la alta calidad de los finalistas hemos propuesto también un par de menciones, que recibirán como premio un lote de libros):


Categoría A (1º, 2º y 3º ESO):


1º Premio: Joan Dolz Mensua, 2º A (50 €)

2º Premio: Begoña Contell Gonzalo, 3º ESO B (30 €)

Mención Honorífica: Helena Bailach Adsuara, 3º A (lote de libros)




Categoría B (4º ESO, 1º y 2º Bchto)


1º Premio: Nahuel Pinto Cavilla, 1º Bachto A (50 €)

2º Premio: Marcos Cubells, 4º ESO A (30 €)

Mención Honorífica: Elena Paredes Borrachero, 1º Bchto B (lote de libros)


Los premios se entregarán en el acto de entrega de orlas que tendrá lugar el 20 de junio de 2014. Los trabajos premiados serán publicados en la Revista Digital del Centro.



Jefe de Dpto. de Castellano

Carlos Campa Marcé




lunes, 26 de mayo de 2014

La 1ª Guerra Mundial en la narrativa

A manera de mero recordatorio personal selecciono algunos de los títulos que aparecían en un reciente reportaje de El País como textos claves para entender, desde la literatura, la 1ª Guerra Mundial, ahora que se cumple el centenario de su estallido:



Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Vicente Blasco Ibáñez (1916)

El retorno del soldado, Rebecca West (1918)

Tempestades de acero, Ernst Jünger (1920) 

El buen soldado Svejk, Jaroslav Hasek (1922)

Adiós a todo eso, Robert Graves (1929) 

Sin novedad en el frente, Erich Maria Remarque (1929)

Adiós a las armas, Ernest Hemingway (1929)

El miedo, Gabriel Chevallier (1930)

Johnny cogió su fusil, Dalton Trumbo (1931) 

Viaje al fin de la noche, Louis-Ferdinand Céline (1932)

martes, 20 de mayo de 2014

Gratas sorpresas del concurso literario.

Estos días, en relación con el concurso literario, me he encontrado con muchas gratas sorpresas. La primera de todas fue la magnífica participación que se produjo el día de la prueba (22 participantes en la categoría A; y otros 22 en la categoría B). Si fue buena la participación en cantidad, también la fue en concentración (se respiraba un ambiente de muy serio trabajo creador, a pesar de las dificultades del espacio: estábamos apretujados como sardinas enlatadas). Ahora que leo las redacciones me doy cuenta de que también fue alto el nivel en cuanto a calidad. Y como los premios tendrán que resultar algo injustos, pues solo se premiará a dos participantes de cada categoría, quiero rendir un pequeño homenaje al grueso de los trabajos haciendo a manera de un mosaico con citas –que me llamaron la atención- de muy diversas redacciones.
He aquí la muestra:






Hay personas cuya manera de hacer el amor es con la mirada. Sea de lejos o de cerca. Él era uno de ellos.


“Tú”, decía ella, “tú eres mi música.”


Porque un libro es una caja de sorpresas, un mundo por descubrir, que solo descubres de una forma… Leyendo.


Un recuerdo, una historia, un sueño o una ilusión, es el combustible de todo ser humano.


Las personas, al final, viven solo una de las miles de vidas que tenían a su alcance.


La mejor fotografía la hice sin cámaras ni móviles. La mejor foto de mi vida fue un instante de ruido y mil sentimientos.


Esta podría ser una ínfima parte de la definición de la música, aunque la música no tiene definición, porque no la merece. Lo único que merece… es ser escuchada.


A veces, por extrañas razones de la  vida, los perros pueden llegar a regir un país.


En una danza de movimiento interminable, veía sonrisas de niños ir y venir, miradas cómplices, manos entrelazadas, sueños e historias tejidas en cada movimiento.


Ojalá las estrellas, los satélites, los planetas y cometas del Universo pudieran oír. Sería maravilloso que escucharan y se acercaran a este planeta ruidoso llamado Tierra donde nunca cesa la música.


Y mis ojos, aquellos que dicen son el espejo del alma, parecían no decir nada.


Muchas veces quise rendirme, pero muchas más seguí luchando.


Hay una fuerza más grande que el ser humano.
La propia Naturaleza.


El Artista tocaba realidades perfectas y yo en el arte lo único que anhelaba era la imperfección.


Había oído que en lo más profundo del bosque existían árboles completamente negros, de lo malvados que eran, y que mantener una conversación con una de sus caras, talladas en el tronco, conducía a la locura.


Esta diversificación cultural a lo largo de la historia parece que está siguiendo un patrón de crecimiento exponencial.



La siguiente parada del tren de mi perdición fue Ginebra, irónico nombre para la ciudad donde comenzaron mis problemas de verdad: los del alcohol.

viernes, 16 de mayo de 2014

Análisis sintáctico de una oración compuesta



Consideras que ya te has esforzado mucho, pero yo creo que te falta aún el esfuerzo final.

La estructura general es de coordinación. Tenemos en la base dos proposiciones coordinadas adversativas (Consideras que ya te has esforzado mucho) y  (yo creo que te falta aún el esfuerzo final), unidas por el nexo pero.
La primera proposición coordinada (P1) tiene un sujeto elíptico () y un predicado (Consideras que ya te has esforzado mucho). El núcleo del predicado es el verbo (consideras), al que le sigue una proposición subordinada sustantiva de Complemento Directo (ya te has esforzado mucho) que introduce el nexo que. Si analizamos la subordinada, tiene un sujeto elíptico () y un predicado (ya te has esforzado mucho), cuyo núcleo es el verbo pronominal (te has esforzado), al que acompaña un complemento circunstancial de tiempo (ya) y otro de cantidad (mucho).
La segunda proposición coordinada (P2) tiene como sujeto (yo) y como predicado (creo que te falta aún el esfuerzo final). Al núcleo del predicado (creo) le sigue otra proposición subordinada sustantiva de Complemento Directo (te falta aún el esfuerzo final) introducida por el nexo que. Si la analizamos tiene como sujeto (el esfuerzo final) y como predicado (te falta aún). El sujeto tiene un determinante (el), un núcleo (esfuerzo) y un complemento del nombre (final). Y el predicado tiene como núcleo (falta), al que acompaña un complemento indirecto (te) y un complemento circunstancial de tiempo (aún).
La modalidad oracional es enunciativa.

martes, 6 de mayo de 2014

Un poema de Wislawa Szymborska

Consuelo, de Wislawa Szymborska


Darwin.
Dicen que para descansar leía novelas.
Pero tenía sus exigencias:
no podían terminar de forma triste.
Si daba con una así,
furioso la arrojaba al fuego.

Verdad o no,
yo con gusto lo creo.

Recorriendo con el pensamiento tantas regiones y tiempos
se encontró con tantas especies muertas,
con tantos triunfos de los fuertes sobre los más débiles,
con tantos intentos de supervivencia,
tarde o temprano inútiles,
que al menos de la ficción
y de su microescala
tenía derecho a esperar un final feliz.

Así que, necesariamente: un rayo de luz de entre las nubes,
amantes de nuevo juntos, linajes que se reconcilian,
dudas resueltas, fidelidades premiadas,
fortunas recuperadas, tesoros hallados,
vecinos arrepentidos de sus rencores,
el honor recobrado, la codicia ridiculizada,
solteronas casadas con reverendos pastores,
intrigantes desterrados al otro hemisferio,
falsificadores de documentos lanzados por las escaleras,
seductores de doncellas de camino al altar,
huérfanos acogidos, viudas reconfortadas,
soberbias humilladas, heridas cerradas,
hijos pródigos llamados a la mesa,
el cáliz de la amargura derramado en el mar,
pañuelos húmedos de lágrimas de perdón,
cantos y música por todos lados;
y el perro Fido,
perdido ya en el primer capítulo,
¡que corra de nuevo por la casa
y ladre alegremente!

(del libro Dos puntos; traducido del polaco por Gerardo Beltrán)

Me encanta cómo resume los posibles finales felices de los relatos y, sobre todo, la muy irónica presencia final del desaparecido perro Fido. ¡Espléndido!

sábado, 26 de abril de 2014

Con voces amigas: la biblioteca de Javier García Gibert

DE nuevo traigo una voz amiga a las páginas del blog. Un texto de Javier García Gibert, amigo entrañable, sobre su biblioteca, que ya nos ofreció a los amigos, hace más de veinte años, en La guerra de los treinta (años que cumplíamos por entonces, se entiende) y que, ahora, vuelve a incorporar en su libro más reciente.

A veces paseo por mi biblioteca, como un monarca por sus dominios. Enciendo un cigarrillo, me siento en la mecedora y contemplo, mientras me balanceo, mis existencias (¿o cabría, sencillamente, decir mi existencia?). Vago la vista por ese paisaje tranquilo y variado de los libros y desde lejos los reconozco, como el señor conoce sus tierras: esta loma, ese cortado, aquella encina... Luego me levanto y me demoro en algún sector o estante de la biblioteca, recorro con el índice los lomos, calibro la armonía de colores y formatos, enjuicio el valor intrínseco de lo que tengo (las presencias, las ausencias), me cercioro del orden de los ejemplares, calculo la oportunidad de tal ligera permuta, de tal sutil modificación para que mejore el rigor, la cronología o simplemente la estética. Nadie sabe hasta qué punto me son relevantes esos detalles, esas minucias inapreciables para cualquier observador. Extraigo un volumen, lo sopeso (hace tiempo, quizá, que no lo he tocado), tal vez lo abro o tal vez no; me basta a menudo con el reconocimiento externo del objeto físico en su modestia, con el recuerdo, también, -si es que lo tengo- de sus prestaciones intelectuales, y acaso evoco fugazmente el lugar o el motivo o las peripecias de su adquisición; luego lo encajo de nuevo entre sus compañeros, evaluando, quizá, si, en efecto, condice con los inmediatos libros que lo flanquean. Obviamente, no me refiero a si está en la sección adecuada -que sí lo está- sino a si armoniza con los vecinos, a si está -por así decirlo- en el sitio exacto, en ese lugar único y preciso que quizá ya vislumbré en el momento de comprarlo...”.
           

JAVIER GARCÍA GIBERT, De la soltería. Reflexiones libres sobre la vida célibe, Biblioteca Nueva, Madrid, 2014, pág. 304.

lunes, 14 de abril de 2014

Una espléndida síntesis de VIDA Y DESTINO, de Vasili Grossman



 No hace mucho celebrábamos el vigésimo aniversario de nuestro seminario de lecturas. Cinco personas componemos ese grupo que nos reunimos una vez al mes, con el deber de hacer una lectura común. En estos años hemos leído lo esencial del canon occidental. Desde la tragedia griega y la Biblia, hasta los novelistas rusos, pasando por Shakespeare, Cervantes o el teatro clásico francés. Hace unos años leímos a los grandes rusos del XIX (Lermontov, Pushkin, Gogol, Dostoyevski, Turgueniev, Tolstoi y Chejov), con alguna incursión en el XX (Isak Babel, por ejemplo). Este año hemos decidido completar un poco la visión de la gran literatura rusa y nos hemos metido con Vasili Grossman (y su monumental Vida y destino) y los Relatos de Kolimá, de Varlam Shalámov. La obra de Grossman nos impresionó profundamente y supuso un reencuentro con lo mejor de la literatura (la gloria de la literatura, como la denominé en un post anterior). Hoy incorporo una espléndida síntesis de nuestros comentarios que me ha enviado Mª Ángeles Villalba, el miembro femenino (miembra, que dirían otros) del grupo.

Novela de enormes dimensiones no solo en páginas, sino por la extraordinaria  conjunción de lo histórico e ideológico con lo humano. En la batalla de Stalingrado, con la derrota del pueblo alemán, Rusia se convierte en la “salvadora” de Europa, pues precipita y decide el final de Hitler y de su locura imperialista y genocida. Sin embargo, esa victoria encierra una estremecedora paradoja: el pueblo ruso vive amordazado por un totalitarismo tan destructivo como el alemán. Stalin y el Partido han construido una maquinaria de terror donde la más mínima sospecha de disidencia se paga con años de reclusión en un campo de trabajo, con la tortura en la Lubianka o con la propia vida. Nadie se salva de la sospecha. Todo el mundo ha de medir sus palabras, lo que dice, a quién lo dice y casi lo que piensa. No se salva el prestigioso científico Sthrum, ni siquiera el viejo bolchevique Krímov que pelea en Stalingrado y que conoció (y silenció) casos de compañeros víctimas de las purgas de 1937, y al que finalmente se priva de libertad por cierto comentario en el que podía atisbarse ciertas dudas...
  Por eso, la obra es un himno a la libertad como esencia de lo humano. Y también un himno a la condición humana, a su resistencia, a su capacidad de supervivencia en las condiciones extremas de la Europa en guerra de los años cuarenta. Y, en medio de la sinrazón y la barbarie que provocan  cualquier tipo de totalitarismo, verdadero eje ideológico de la novela, no pierden ni un ápice de intensidad las historias particulares que transitan por ella, al contrario, se engrandecen en ese fondo común. Los personajes no son tipos (peligro que encierra siempre una “novela de tesis” como es esta en gran medida), sino seres bien definidos psicológicamente, hombres y mujeres complejos con pasiones, deseos, dudas, contradicciones…y un miedo común que lo emborrona todo. Y aunque sus peripecias particulares se plantean en una materia narrativa fragmentada con ciertos hilos de unión familiar, el especial momento histórico que comparten lo hilvana todo, da un sentido de globalidad absoluta a todas las historias.
   Asistimos a los horrores del nazismo, a un determinante triunfo bélico y al fracaso estrepitoso de un sistema que se prometía justo e ideal. Y en cada escena, la obra destila diferentes reflejos del poliédrico paisaje del alma humana.