domingo, 26 de febrero de 2012

El viajero romántico

Desde mi temprana juventud había sentido el ardiente deseo de hacer un viaje a regiones lejanas y poco visitadas por los europeos. Este deseo caracteriza una época de nuestra existencia en que la vida nos aparece como un horizonte sin límites, donde nada tiene ya para nosotros más atractivos que las fuertes agitaciones del alma y la imagen de los peligros físicos. Educado en un país que no mantiene comunicación alguna directa con las colonias de las dos Indias, y habitante luego de las montañas apartadas de las costas, y célebres por las numerosas explotaciones de minas, sentí desarrollarse progresivamente en mí una intensa pasión por la mar y por largas navegaciones. Aquellos objetos que sólo por los relatos animados de los viajeros conocemos, tienen un encanto particular: nuestra imaginación se place en todo lo que es vago e indefinido; los goces de que nos vemos privados nos parecen preferibles a los que diariamente experimentamos en el estrecho círculo de la vida sedentaria.

Alexander von Humboldt: Viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente.

viernes, 24 de febrero de 2012

Aspectos del paisajismo romántico

En la pintura romántica el paisaje deja de entender como necesaria la presencia del hombre. El paisaje se autonomiza y, casi siempre desprovisto de figuras, se convierte en protagonista: un protagonista que causa en quien lo contempla una doble sensación de melancolía y terror.


Casi toda la obra de Caspar David Friedrich refleja esta Sehnsucht /término alemán: anhelo de algo indefinible/, pero hay un cuadro que lo hace con insuperable maestría: "El viajero sobre el mar de nubes". La composición de la tela gira alrededor de la central autoridad del "viajero" que, como es muy habitual en los personajes de Friedrich, se halla de espaldas al espectador. Este procedimiento acrecienta la fascinante ambivalencia de este hombre solitario, en el que puede adivinarse, ya la desolada percepción de su propia pequeñez ante la inmensidad, ya el vigor titánico que rememora Nietzsche al situar su encuentro con el Superhombre a seis mil pies de altura o que hace exclamar a William Blake: "Grandes cosas se realizan al encontrarse, cara a cara, el hombre y la montaña".

Rafael Argullol: La atracción del abismo. Un itinerario por el paisaje romántico.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Un poema de Heinrich Heine

Un pino se alza en la cumbre
De un monte del Norte helado.
Sueña; la nieve y el hielo
Lo envuelven con su sudario.
Sueña con una palmera
Que en el Oriente lejano,
Se alza solitaria y triste
Sobre un peñón abrasado.

L´intermezzo (XXVIII)

domingo, 5 de febrero de 2012

Sobre la capacidad intelectual: Ilustración y Contrarreforma

Traemos a este lugar dos textos muy diferentes en cuanto a la concepción de la capacidad intelectual de los seres humanos, que se corresponden a dos ideologías de épocas claramente diferenciadas. En efecto, el optimismo ilustrado de D´Alembert (s. XVIII) contrasta con el pesimismo (¿o más bien realismo?) del contrarreformismo jesuítico de Ignacio de Loyola (s. XVI).

El hombre que combina fácilmente ideas no difiere apenas del que las combina con dificultad, más que difiere el que juzga de una ojeada un cuadro del que necesita para apreciarlo que le hagan observar sucesivamente todas las partes: uno y otro, al echar un primer vistazo, han tenido las mismas sensaciones, pero sobre el segundo no han hecho, por así decirlo, más que resbalar, y, para llevarlo al mismo punto en que el otro se ha encontrado de pronto, le hubiera bastado con detenerse y fijarse más tiempo sobre cada uno. Por este medio las ideas reflexivas del primero hubieran devenido tan al alcance del segundo como las ideas directas. Por lo tanto, es acaso justo decir que no existe casi ciencia o arte en las que no se pueda en rigor, y con una buena lógica, instruir al entendimiento más limitado; porque hay pocas, cuyas proposiciones o reglas no puedan ser reducidas a nociones simples y dispuestas entre ellas en un orden tan inmediato, que la cadena no se encuentre interrumpida en ningún punto. La mayor o menor lentitud de las operaciones del espíritu exige más o menos esta cadena, y la ventaja de los más grandes genios se reduce a necesitarla menos que los otros, o más bien a formarla rápidamente y casi sin darse cuenta.

(D´Alembert: Discurso preliminar de la Enciclopedia, 1747)

Ansimesmo, si el que da los ejercicios viere al que los recibe ser de poco subyecto o de poca capacidad natural, de quien no se espera mucho fruto; más conveniente es darle algunos destos ejercicios leves, hasta que se confiese de sus pecados; y después, dándole algunos exámenes de conciencia, y orden de confesar más a menudo que solía, para se conservar en lo que ha ganado, no proceder adelante en materias de elección, ni en otros algunos ejercicios, que están fuera de la primera semana; mayormente cuando en otros se puede hacer mayor provecho, faltando tiempo para todo.

(San Ignacio de Loyola: Ejercicios espirituales, Anotación decimaoctava, 1548)

lunes, 30 de enero de 2012

Pasaje de Flaubert del que procede el título que Vargas Llosa da a su estudio sobre Madame Bovary

Le seul moyen de supporter l´existence, c´est de s´étourdir dans la littérature comme dans une orgie perpetuelle.
(Carta a Mlle. Leroyer de Chantepie, 4 de septiembre de 1858)

viernes, 27 de enero de 2012

Un par de consideraciones de Pardo Bazán sobre Flaubert

Mostró siempre Flaubert predilección hacia cierto linaje de estudios que hoy apenas atraen más que a entendimientos refinados y curiosos: la apologética cristiana, la historia de la Iglesia, los Santos Padres, las humanidades. Tan graves ejercicios intelectuales, unidos a su ardentísimo culto de la forma y a su sagacidad de implacable observador, hicieron de él un artista consumado, un clásico moderno.

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Todo es vulgar en Madame Bovary: el asunto, el lugar de la escena, los personajes; sólo el talento del autor es extraordinario.


Emilia Pardo Bazán: La cuestión palpitante.

viernes, 20 de enero de 2012

Magias parciales del Quijote

Recojo aquí el texto de una charla que, con ocasión del cuarto centenario de la publicación del Quijote, leí en unas Jornadas que tuvieron lugar en la Universidad de Valencia, organizadas por Rafael Beltrán:

Alguna vez calificó Borges a Alfonso Reyes de "el certero" y ello probablemente en el doble sentido que recoge el diccionario académico de "acertado", pero también de "sabedor", "bien informado". Quiero creer que el uso en aposición del sintagma permite leerlo también como "el que habitualmente acierta", "el que acostumbra a hacerlo". Borges, sin duda, también lo era, y uno de sus muchos aciertos fue el título que le puso a su ensayo sobre El Quijote: "Magias parciales del Quijote". Ensayo en el que pone de relieve un tema fundamental en la novela: el tema especular de la obra dentro de la obra, que tanta inquietud y reflexión provocan en quien se topa con él, sea en el Quijote, Hamlet o Las Mil y una Noches (obras a que alude el mago argentino), sea en Las Meninas o Cien años de soledad (por citar otras que no toma en consideración). Bien es verdad que Borges se basa en la presencia de La Galatea en la librería del hidalgo, mientras que el momento central de la presencia especular de la obra dentro de la obra lo constituye, para mí, el deambular del narrador por Toledo en busca de una continuación para su obra que se le ha quedado en suspenso como las armas de don Quijote y el vizcaíno en el cap. 8, y el posterior encuentro de un cartapacio con papeles en caracteres arábigos que resulta ser la historia del ingenioso hidalgo. Mi pasaje preferido de la obra, que, por ello mismo, no voy a comentar. 

Pero me estaba refiriendo a lo acertado del título borgesiano, y es que, en efecto, cualquier acercamiento al texto cervantino tiene por fuerza que ser parcial. Es tan grande la cantidad de aspectos valiosos y significativos de la obra (mágicos podríamos decir) que impide cualquier aproximación totalizadora.

Querría hoy posar mi mirada en dos breves pasajes de tan magna obra.