lunes, 26 de septiembre de 2011

Mirar un cuadro: El ciego de Gambazo, de Ribera






Desempolvo un antiguo escrito sobre cómo mirar un cuadro barroco que dormía el sueño de los justos en mis cuadernos de notas.

El ciego de Gambazo, de Ribera: una lección de humildad y de soberbia o las sutilezas conceptuales del Barroco.

Reconozco que lo que más me atrae de la pintura es lo que tiene de discurso; es decir, ante un cuadro la atención que presto a los valores plásticos es siempre subsidiaria de la que presto a lo inteligible en él, a aquello que tiene de discursivo. Por eso me gusta tanto Velázquez, por eso me gusta tanto Goya, por eso me gusta –por poner un ejemplo más cercano- la pintura del Equipo Crónica, o, en otro orden de cosas, los estudios iconológicos de Panofsky.
Recientemente visitando una breve muestra de José de Ribera (no más de 10 o 12 óleos) me quedé clavado ante un cuadro, El ciego de Gambazo, que representa a un ciego que palpa con extrema concentración los rasgos de un busto de mármol clásico (al parecer el Apolo de Belvedere). En un primer momento pensé que la pintura era un cántico de homenaje al arte, al mostrar cómo una persona ciega puede tener acceso a la belleza, en este caso a través del tacto, gracias al arte (El tacto es precisamente otro título con el que se conoce a esta obra, que pertenece a la colección del Museo del Prado). Más tarde reparé en que en el ángulo inferior izquierdo del cuadro se deja ver a medias una reproducción pictórica de la misma cabeza probablemente. Entonces me dije que lo que Ribera quería mostrar en este cuadro era la superioridad parcial de la escultura sobre la pintura, al sernos accesible por medio de dos sentidos y no sólo uno. Así incluso un ciego –impedido de la visión- puede tener acceso a la belleza, a través del tacto, gracias a la escultura. El cuadro vendría a ser, pues, una lección de humildad: un reconocimiento de las limitaciones de la pintura y un homenaje a la escultura. De hecho la reproducción pictórica de la escultura resulta pobre y pálida a su lado. ¿Al lado de qué?, me pregunto. ¿De la escultura? Pero si se trata de la pintura de un busto. Penetramos de lleno así en la sutileza y complejidad de la representación barroca. Pues la reproducción pictórica interna casi nos ha hecho olvidar que lo que copia no es una escultura sino el perfecto dibujo de una escultura. Con lo que se invierten todos los conceptos hasta ahora expresados y lo que viene a mostrar el cuadro es la gran capacidad de la pintura de encerrar dentro de sí –o al menos hacérnoslo creer así gracias a una representación de poderosísima fuerza- a la escultura, cosa que probablemente no podría hacer la escultura con respecto a la pintura. He aquí la grandeza de la pintura, parece querer decirnos Ribera. Y, en efecto, así es, por lo menos para nosotros que vemos el cuadro; pero en su discurso interno, en aquel que tiene por sujeto al ciego, el cuadro sigue siendo un homenaje a la escultura.
Así entendemos que, a través de la sutileza conceptual típicamente barroca, el cuadro es una lección de humildad, pero también una manifestación de orgullo. Ciertamente nos encontramos ante una obra que explota todo el deleite de la paradoja.
Pero hay también otras cosas en el cuadro que no puedo dejar de reseñar: la perfecta captación de la ceguera, la concentración del personaje, el soberbio modelado de las manos, la extraordinaria plasmación de lo escultórico, los desperfectos de la vestidura, la sobriedad y matización de los marrones... Probablemente fue todo esto –lo plástico- lo que me dejó clavado ante el cuadro, y luego mi mirada intelectual me llevó a lo discursivo: me puso en mi sitio.
febrero de 1992 (ha llovido...)

martes, 6 de septiembre de 2011

Para retomar el curso

Caracterizaba a Borges un sentido del humor muy mordaz, y sus ocurrencias y salidas ingeniosas solían ser auténticas saetas de bien templado acero. Reunimos aquí algunas de ellas para amenizar este comienzo de curso que ya se nos viene encima.


A Borges, firmando ejemplares de sus libros:
- Maestro, usted es inmortal.
- Vamos, hombre, no hay por qué ser tan pesimista.

-0-

Un periodista, que trataba de poner en aprietos a Borges, le provocó:
- ¿En su país todavía hay caníbales?
- Ya no, nos los hemos comido a todos.

-0-

En una reunión sobre literatura argentina, la presidenta manifiesta:
- ¿Y qué vamos a hacer por nuestros jóvenes poetas?
Desde el fondo llegó el grito de Borges:
-¡Disuadirlos!

-0-

Un grupo de peronistas le insultó en un viaje a provincias. Al regresar a la capital le pregunta un periodista cómo está:
- Medio desorientado –manifiesta: Se me acercó una mujer vociferando: !Inculto! ¡Ignorante!

-0-

Tras charlar con César Luis Menotti, que fue entrenador del Barcelona y la Selección Argentina.
- Qué raro, ¿no? Un hombre inteligente y se empeña en hablar de fútbol todo el tiempo –comentó Borges más tarde.

-0-

Su madre Leonor muere con 99 años. En el entierro una mujer le da el pésame y le dice:
- Pobre Leonorcita, morirse tan poquito antes de cumplir los 100 años. Si hubiera esperado un poquito más...
Borges le dice:
- Veo, señora, que es usted devota del sistema decimal.

lunes, 25 de julio de 2011

El viaje, según Eça de Queiroz

Traigo aquí una muy graciosa e irónica definición del viaje que hace Eça de Queiroz (a quien leo estos días) en una carta a una amiga, condesa por más señas. No creo que Eça creyera en lo que dice, gran viajero él mismo (estuvo en la apertura del canal de Suez o en las cataratas del Niágara en una época en que no existían Vueling ni Easy Jet) y creador de esa extraordinaria figura de viajero impenitente que es Fadrique Mendes. La definición reza así:

“Viajar es abandonar un lugar donde estaba uno comiendo en un hotel triste un boeuf-á-la-mode triste, para ir, entre polvo, confusión y equipajes, a comer a otro hotel más triste, otro boeuf-á-la-mode más triste aún.”

miércoles, 20 de julio de 2011

Azorín evoca a Menéndez y Pelayo

La remembranza que guardamos de Menéndez y Pelayo es la de un señor que va por la calle con una capita y un sombrero hongo, un señor no viejo, sí trabajado; un señor con los ojos sin luz —de tanto leer— y una barba canosa; un señor que marcha lentamente, como abstraído. Cuando le saludan, tarda un momento en darse cuenta y parece salir de un sueño. Menéndez Pelayo: libros, libros y siempre libros. Es el último gran obrero del cerebro para quien todo lo que existe es literario. Ni política, ni viajes, ni ciudades, ni campos, ni árboles. Tenía que hacer muchas cosas en la esfera de los libros; era grande la tarea que realizar; no podía salir de los libros y ocuparse en otras cosas. Por la calle se oye un estrépito de algo que pasa, no sabemos qué; pero este señor que está en su estudio tiene entre las manos un libro y no puede dejarlo para asomarse a la ventana. ¡Ah, la inmensa, abrumadora labor del querido don Marcelino! Otros, después del trabajo realizado por él, podrán asomarse á la ventana y contemplar la vida, y relacionar los libros con las ciudades y los campos, y gustar de una síntesis del ambiente de España, formada con la literatura, el paisaje y los interiores. Pero se ha necesitado para esto que este señor, que pasa con su capita y con su hongo, como abstraído, lentamente, se quedara, de tanto leer y escribir, sin brillo en la mirada, fatigadísimo...

lunes, 27 de junio de 2011

Análisis sintáctico de una oración compuesta (4º)

La oración compuesta es la siguiente:

Iré al médico a que me mire esa muela que me duele tanto.

Tenemos en esta oración tres proposiciones, pues que tenemos tres verbos (iré, mire y duele): la Proposición Principal (Iré al médico); una Proposición Subordinada Adverbial de Finalidad (a que me mire esa muela que me duele tanto); y, dentro de esta última, una Proposición Subordinada Adjetiva o de Relativo (que me duele tanto).

Ahora ya podemos analizar las Proposiciones, empezando por buscar su Sujeto y Predicado.

La Proposición Principal tiene un Sujeto Elíptico (yo); su Predicado es iré al médico. En él distinguimos el Núcleo (iré) y un Complemento Circunstancial de Lugar (al médico). El C.C.L es un sintagma preposicional, que consta de Enlace (a) y Término (el médico): y éste, de Determinante (el) y Núcleo (médico).

La Proposición Subordinada Adverbial de Finalidad, que se enlaza a la Principal por el Nexo a que, tiene como Sujeto Elíptico (él= el médico) y como Predicado me mire esa muela que me duele tanto.

El Núcleo del Predicado es el verbo mire. Tiene un Complemento Indirecto (me) y un Complemento Directo (esa muela que me duele tanto).

El Complemento Directo tiene un Determinante (esa), un Núcleo (muela) y un Complemento del Nombre bajo forma de Proposición Subordinada Adjetiva o de Relativo (que me duele tanto).

En ella el Nexo, por ser pronombre relativo, es también el Sujeto (que: se refiere a esa muela, que es su antecedente, y podría ser sustituida por la cual). El Predicado tiene como Núcleo al verbo duele, y también un Complemento Indirecto (me) y un Complemento Circunstancial de Cantidad (tanto).

La modalidad oracional es Enunciativa.

Una oración simple resuelta (3º)

Empecemos por la oración simple:

El azar es casi siempre favorable al hombre prudente.

Distinguimos, en primer lugar, el Sujeto (El azar) del Predicado (es casi siempre favorable al hombre prudente).

El Sujeto no tiene más que un Determinante (El) y un Núcleo (azar).
El Predicado es un Predicado Nominal, pues se trata de una oración atributiva con verbo copulativo. Está formado de Cópula (es), Atributo (favorable), Complemento Circunstancial de Tiempo (casi siempre) y Complemento Indirecto (al hombre prudente). Sabemos que es un C.I porque lo podríamos sustituir por el pronombre le: El azar le es casi siempre favorable.

Ya sólo nos falta descomponer el C.C.T y el C.I. El primero tiene un Cuantificador (casi) y un Núcleo (siempre). El segundo es un sintagma preposicional. Por lo tanto, distinguiremos entre Enlace (a) y Término (el hombre prudente). El Término consta de un Determinante (el), un Núcleo (hombre) y un Complemento del Nombre (prudente).

La modalidad oracional es Enunciativa.

lunes, 20 de junio de 2011

Oraciones compuestas para setiembre 4º ESO

1. Ya te he recomendado que conduzcas despacio.
2. Busca a otro novio que te dé todos los caprichos.
3. El autor se basó en su propia vida pero el libro resultó un fracaso.
4. El coche que has comprado no parece barato.
5. Te avisarán del pedido cuando lo reciban en correo.
6. Consideras que ya te has esforzado mucho, pero yo creo que te falta aún el esfuerzo final.
7. Nos conocimos en aquel bar donde se sirven unos pinchos estupendos.
8. Iré al médico a que me mire esa muela que me duele tanto..
9. Que te mire tanto esa chica es señal de que le interesas mucho.
10. O tratas ese asunto con cuidado o tú serás despedido por tus jefes.
11. El que me salvó de la muerte es un médico extraordinario..
12. Me rompí otra vez la rodilla que ya me habían operado cuando regresé de la mili.


En breve colgaré en el blog algún ejemplo de oración corregida.